El parto en casa

José F. Fernández Godoy

Frente de resistencia

A mediados del siglo pasado se generalizó el parto hospitalario. Ante la aparición de este fenómeno, los movimientos naturalistas establecieron un frente de resistencia, acusando a la asistencia hospitalaria de fría y deshumanizada. Este frente se significó especialmente en algunos países: Holanda, Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos,... En España, por su sistema sanitario y por otros factores en los que ahora no corresponde entrar, tuvo menor relieve.

Actualmente, los movimientos naturalistas proclaman en todo el mundo la vuelta del parto al domicilio.

Parto más afectivo

En este volver atrás de la asistencia al parto se logra el efecto buscado: un ambiente más afectivo, con la parturienta rodeada de la familia, la contemplación del parto por todos los miembros del cuadro familiar incluido hijos pequeños,...

El peligro

Pero, con cierta frecuencia, la realidad es bien distinta. Y, debido a la extraordinaria complejidad del parto de la especie humana, la escenificación idílica anteriormente descrita sólo se consigue en contadas ocasiones, y en las demás, cuando surge la dificultad o la complicación, la ausencia de los medios hospitalarios puede poner en peligro la vida de la madre, del hijo o de ambos.

Medidas de seguridad

La sociedad es cada vez más exigente con los profesionales encargados de velar por la vida humana. Y, los impulsores de la vuelta del parto al domicilio, con objeto de paliar los riesgos que el parto domiciliario lleva consigo, han ido adoptando medidas:

·                   Inspección previa del domicilio, que debe reunir, entre otras condiciones, la de estar  cercano al hospital.

·                   Estudio previo de la gestante, con objeto de excluir a las que presentaran algún factor de riesgo en el parto.

·                  Disponer de una unidad de apoyo en el hospital más cercano.

·                   Disponer de una “unidad móvil” preparada para atender cualquier contingencia -incluida la realización de una cesárea-, en la puerta del domicilio.

Estas medidas encarecen el parto y, consecuentemente, sólo se pueden asumir en el ámbito de la sanidad privada o en países de alto nivel económico.

Menor necesidad de intervenciones

Los naturalistas dicen, y llevan razón, que el parto domiciliario genera menos necesidad de intervenciones que el parto hospitalario.

Las principales causas del intervencionismo en el parto hospitalario son:

ü    La aplicación sistemática de la monitorización que, al avisar precozmente de situaciones de alarma, es inductora de intervenciones.

ü    La posición horizontal de la parturienta en una mesa de parto (ver postura de la parturienta” y "postura durante la Dilatación") que, al dificultar la biomecánica del parto, genera mayor necesidad de intervención.

ü    La aplicación sistemática de la epidural (ver....) que, al incidir negativamente sobre la biomecánica del parto, induce a mayor número de intervenciones.

¿Mayor seguridad?

Los defensores del parto en la casa no tienen reparo en afirmar que es más seguro. Y, para demostrar tal afirmación, exhiben estadísticas, en las que el índice de mortalidad y morbilidad fetal del parto domiciliario es menor que el del parto hospitalario.

No es cierto, en modo alguno, que el parto en la casa sea más seguro. Por las siguientes razones:

a) Las estadísticas a través de las cuales se pretende demostrar la mayor seguridad del parto domiciliario, quedan invalidadas desde el punto que de los partos en la casa se descartan los casos de riesgo.

b) En 1978, Fredick realizó estadísticas en grandes grupos de poblaciones en Inglaterra y Holanda. Las estadísticas de Fredick demostraron que los partos domiciliarios, a pesar de los estudios y selecciones previas de las embarazadas, de ser asistido por especialistas y de contar con un extenso servicio de ambulancias y personal preparado para las urgencias, presentaba una mayor mortalidad y morbilidad fetal que el parto hospitalario.

c) Aparte de estadísticas, es evidente que la afluencia masiva de parturientas a los centros hospitalarios actuales, con mejoras de medios quirúrgicos, anestésicos, de vigilancia (monitorización),..., ha propiciado un extraordinario descenso de las cifras de morbilidad y mortalidad materno-infantil.

La minoría bulliciosa

En la actualidad, se alzan voces, proclamando la vuelta del parto al domicilio. Son las voces de esa minoría bulliciosa que se arroga la representatividad de la generalidad y que encuentra en Internet el medio idóneo para difundirlas por todo el mundo.

La mayoría silenciosa

Pero ¿qué dice la mayoría silenciosa? ¿Qué dicen la mayoría de las embarazadas? La mayoría de las embarazadas lo tienen bien claro: desean fervientemente la máxima seguridad de su hijo y están dispuestas a toda clase de sacrificio para conseguirlo.

Puedo afirmar rotundamente que, en mi extensa trayectoria profesional, jamás una embarazada me ha manifestado la pretensión de tener a su hijo en su propia casa. Al contrario, muchas me han puesto de manifiesto su empeño de escoger para su parto el hospital “con más medios”.

La asistencia hospitalaria.

La fidelidad de la mujer al parto hospitalario no le da derecho al obstetra a mantener los sistemas asistenciales actuales.

La obstetricia está obligada a establecer un sistema asistencial avalado por un profundo estudio científico, un estudio biomecánico.

El sistema debe conjugar los siguientes objetivos:

1º Garantizar la máxima seguridad de la madre y del hijo.

2º Garantizar el mínimo sufrimiento de la madre (Combatir el dolor y mejorar el bienestar de la parturienta).

3º Potenciar el mecanismo natural del parto mediante la intervención activa de la mujer en su propio parto.

En definitiva, un sistema en el que se conjuguen unos hechos que, hasta la actualidad, han cursado por sendas dispersas en el parto hospitalario: a) la activación del mecanismo natural del parto, b) la aplicación de la técnica obstétrica y c) la intervención de la parturienta en su propio parto.

Este sistema asistencial es el que, verdaderamente, está demandando la mujer.

 

 

 

 

 

Anunciantes