EL PARTO HOSPITALARIO

José F. Fernández Godoy

Hace algún tiempo publiqué el artículo el parto en casa, que suscitó algunas críticas.

En el presente, centro la atención en la opción más generalizada en la actualidad: el parto hospitalario.

El riesgo en el parto

En todo parto existe (en mayor o menor grado) un riesgo latente, oculto, que, en el momento más inesperado, puede aflorar. Ver la biomecánica de la circulación útero placentaria.

Pero, lo expuesto anteriormente en modo alguno pretende negar que la mayoría de los partos cursen por la vía de la normalidad y el mencionado riesgo latente no aparezca.

La seguridad y la intervención obstétrica

Cuando a mediados del siglo pasado se estableció de un modo generalizado la asistencia hospitalaria se produjeron dos hechos incuestionables: a) un descenso brusco del índice de mortalidad materna y perinatal y b) un aumento, no menos brusco, de la intervención obstétrica.

Aumento de la cesárea

Con el avance de los medios quirúrgicos y anestésicos, la cesárea (extracción del feto por vía abdominal) fue desplazando a técnicas peligrosas como el fórceps, en épocas precedentes las grandes protagonistas de la intervención obstétrica (ver el naturalismo y el intervencionismo en el parto).

La cesárea, al evitar el sinuoso y conflictivo canal del parto humano (fuente de las complicaciones), se erigió, para el tocólogo, en una vía recta, rápida y segura de la salida del feto.

Contribuyeron al aumento del índice de cesáreas:

a) La postura horizontal de la parturienta.

b) La aparición de la monitorización (cardiotocografía)

c) El establecimiento de modo sistemático de la epidural.

d) El aumento de las inducciones (“provocaciones”) del parto, que, cuando fracasan, el parto suele terminar en cesárea. La inducción es un tema muy interesante desde el punto de vista biomecánico que será tratado en capítulo aparte.

e) El aumento de las “cesáreas electivas” (cesáreas programadas antes del iniciarse el parto). Obedecen a una causa obstétrica. Si bien, en los últimos tiempos ha aparecido "la cesárea a petición"  de la embarazada, sin causa médica.

La asistencia hospitalaria de hoy está canalizada en dos principios básicos: a) extremar la vigilancia de la madre y del feto y b) realizar la cesárea ante el menor signo de riesgo.

Aspecto empresarial

El encarecimiento de los medios técnicos y humanos de la asistencia hospitalaria ha disparado el costo del parto en los últimos tiempos.

En torno al parto se ha montado una gran industria en la que la gestión empresarial ocupa un importante plano.

No interesan, como sería de desear, los centros maternales pequeños (de pocos partos) e independientes de los hospitales generales.

Las empresas hospitalarias, por razones de rentabilidad, tienden a crear centros maternales: a) amplios (con gran número de partos) y b) integrados en los hospitales generales (con el fin de compartir los medios con las demás especialidades médicas).

Estos criterios de rentabilidad chocan con el estado de bienestar de la parturienta. Originan, por un lado, un problema de masificación y despersonalización en el trato con la parturienta y, por otro, la inclusión de un proceso, el parto (que generalmente cursa por la vía de la normalidad) en el ambiente de patología del hospital general.

Mejoras en la asistencia hospitalaria

La asistencia hospitalaria es la que mejor salvaguarda la seguridad de la madre y del hijo. Y, por esta razón es la opción que mayoritariamente elige la mujer. Pero, dentro de la mencionada asistencia hospitalaria, existen cuestiones básicas que se deben transformar y mejorar.

La cesárea es la principal intervención obstétrica. Es una intervención necesaria, salvadora de vidas.

Pero, en modo alguno, la cesárea se debe convertir en salvoconducto de seguridad de la madre, del hijo, e, incluso (razones jurídicas) del profesional. La restrinción de cesáreas debe ser un objetivo de la asistencia hospitalaria.

La monitorización es el principal medio de vigilancia fetal.

Pero, no debe ser "un disparadero de cesáreas". Es necesario un estudio para ajustar la interpretación de los signos de alerta y disminuir las indicaciones, como consecuencia de la monitorización, de cesáreas.

La epidural es hoy el medio más eficaz para combatir el dolor del parto. Es un medio beneficioso para el bienestar de la parturienta.

Pero, es necesario estudiar la manera (ver la epidural y la biomecánica del parto) para que no se convierta en una fuente de cesáreas.

La inducción del parto es imprescindible siempre que exista una justificación obstétrica.

Pero, se deben descartar las inducciones por causa ajena a la obstétrica que, al final, pueden dar lugar a cesáreas innecesarias.

La postura de la parturienta, su estado físico y psicológico, sus relaciones afectivas con los profesionales, su protagonismo en el parto,…, están necesitadas de profundas mejoras.

La preparación y la asistencia hospitalaria

Durante toda mi vida profesional he compartido la actividad de tocólogo hospitalario con la de preparador al parto. Y siempre he considerado -y así consta en mis publicaciones- la importancia de que ambas actividades estén profundamente relacionadas.

La preparación al parto comienza en el curso durante el embarazo y debe terminar en el propio parto.

El preparador está llamado a asumir la misión de fomentar el trato afectivo con la parturienta, de poner en práctica las posturas aprendidas durante la preparación, de activar su protagonismo,….

Ver La Preparación de hoy.

 

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