DOLOR DEL PARTO. ANÁLISIS MÉDICO-SOCIAL

José F. Fernández Godoy

La primera misión del médico es curar, y, la segunda, combatir el dolor. El dolor es lo más trascendente de toda la medicina. Y, el dolor del parto, por su frecuencia y por afectar exclusivamente a la mujer, adquiere en la sociedad actual una relevancia especial.

Sin embargo, no se le da la importancia que merece. Su estudio lleva tiempo estancado. Y, su tratamiento ha sido -y sigue siendo- considerando, desde algunos sectores sociales, con cierta frivolidad.

Mi doble dedicación profesional, al parto hospitalario y a la preparación de la gestante, me ha permitido contemplar de modo crítico el trato que se le ha dado al dolor del parto en las últimas décadas.

Analgesia con pentotal sódico

En la escuela sevillana del profesor Bedoya, donde me formé como obstetra, el dolor de parto se combatía con goteo de pentotal sódico.

El dolor desaparecía. Pero, el efecto adverso sobre la dilatación obligaba a la estimulación con goteo de oxitocina, y en la expulsión, era necesaria la aplicación de la ventosa. El método, denominado EVA (Estimulación, Ventosa y Analgesia), precisaba de la asistencia directa del tocólogo, quedando la matrona en un segundo plano.

Las críticas científicas, por un lado, y la demanda del colectivo de matronas de recuperar una actividad (la asistencia al parto normal) que siempre le había correspondido, por otro lado, motivaron su desaparición.

Con la desaparición del método EVA las matronas recuperaron el protagonismo perdido y los tocólogos nos libramos del "marrón" de los partos normales, que siempre -desde los legendarios tiempos del arte de partear- los médicos habían rechazado. Así pues, los profesionales contentos, pero ¿y las parturientas?

Las parturientas quedaron huérfanas de un método muy arraigado en la sociedad sevillana. Y, le costaba trabajo admitir que, de la noche a la mañana, su sufrimiento dejara de ser atendido.

El parto a palo seco

Tengo vivo el recuerdo de mi etapa en el hospital Virgen del Rocío con el parto “a palo seco”, es decir, sin anestesia alguna.

Las parturientas seguían demandando, insistentemente, “el goteo”. A los tocólogos de guardia nos llegaban frecuentes recomendaciones para que pusiéramos “el goteo” a alguna amiga o familiar... Las que disponían de recursos económicos buscaban el alivio del dolor en la medicina privada… Los seguros médicos ofertaban la epidural como producto estrella… En fin, el  tratamiento del dolor del parto se había convertido en "moneda de cambio".

Y, finalmente, cuando los dirigentes públicos se apercibieron de la rentabilidad política del tratamiento del dolor del parto, se instauró, de modo generalizado, la epidural en los hospitales públicos de toda España.

Mis sentimientos profesionales de rechazo a aquella triste etapa del “parto a palo seco” quedaron reflejados en el informe que registré  (enero de 1994)  en los archivos de la Ciudad Sanitaria Virgen del Rocío de Sevilla.

Los naturalistas

Mi faceta de preparador de la gestante me ha permitido conectar con las ideas del naturalismo sobre el dolor del parto.

La tesis de los naturalistas es bien sencilla: el parto es un proceso natural y, como todo proceso natural, es indoloro. Y las sensaciones dolorosas tiene un origen exclusivamente psicológico (ver el dolor del parto).

Así pues, el único medio lógico de combatir el dolor del parto es el psicológico o el natural. Y, en este sentido, han ido surgiendo infinidad de métodos solo eficaces en los partos con escaso dolor.

Con cierta frecuencia, los naturalistas exhiben vídeos de partos idílicos que falsean la realidad de la mayoría de los partos, creando unas expectativas demasiadas optimistas.

El dolor del parto en la sociedad actual

Sobre el tratamiento del dolor del parto existen hoy dos sistemas diametralmente opuestos:

a) El de la obstetricia oficial (parto hospitalario con anestesia epidural), en la que se le da escasa importancia al aumento de intervención obstétrica generado.

b) El de los grupos naturalistas que tratan el dolor del parto de modo exclusivamente psicológico.

Entre estos sistemas la mujer elige, mayoritariamente, el de la anestesia epidural, el más eficaz.

Pero, ¿qué método es el ideal?

Método ideal

El método ideal sería el que mejor lograra conjugar la máxima eficacia sobre el dolor y el mínimo efecto colateral.

La epidural reúne la primera condición. Pero, es necesario investigar la forma de disminuir sus llamativos efectos colaterales. La elección del fármaco, la determinación de la dosis mínima eficaz, la postura corporal que debe adoptar la parturienta,.., deben ser sometidas a un profundo análisis.

En esta investigación estamos implicados los profesionales del parto y los anestesistas.

Y, en mi condición de estudioso de la biomecánica del parto, considero esencial el estudio sobre la postura de la parturienta durante la aplicación de la epidural.

Desde aquí me ofrezco a prestar toda clase de colaboración al profesional interesado en dicho estudio.

 

 

 

 

 

 

 

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