La cardiotocoaños. La monitorización se ha convertido hoy en práctica habitual en la asistencia hospitalaria del parto.

El alto porcentaje de partos monitorigrafía, conocida habitualmente por la monitorización, es uno de los adelantos obstétricos más importantes de los últimos zados es cuestionado por el naturalismo, y la Organización Mundial de la Salud se ha pronunciado al respecto en los siguientes términos: “no está demostrado que la monitorización fetal de rutina durante el parto tenga un efecto positivo sobre el bebé o sobre la madre”.

Ante la polémica creada, conviene realizar algunas consideraciones desde la perspectiva de la biomecánica del parto (tema central de la presente web).

Compresión sobre el feto

La fuerza de la contracción uterina ejerce un efecto de compresión sobre el feto.

El grado de la compresión depende, lógicamente, de la intensidad, duración y frecuencia de la contracción.

Comprensión sobre la circulación sanguínea útero-placentaria

La contracción uterina ejerce un efecto de compresión sobre la circulación útero-placentaria.

 

1-Placenta-Monitorizacion

 

Fig. 2

En la figura 2 se muestra un esquema muy simplista de la circulación útero-placentaria.

La sangre de la madre le pasa al feto de la siguiente forma: de los vasos (V) circulantes por la pared del útero parten vasos colaterales (VC) que vierten el flujo sanguíneo en la placenta (P), y de esta pasa, a través del cordón umbilical (C), al feto.

En la contracción uterina se produce un proceso de compresión o estrangulamiento de los vasos colaterales (fig. 3)

 

 

 

2-Vasos_col._F_de_compresin_copiar

 

 

Fig. 3

 

 

 

La fuerza de la contracción uterina (FC), al comprimir los vasos colaterales, origina una reducción del flujo sanguíneo a la placenta.

El grado de compresión, y el efecto que esta produce sobre la circulación útero-placentaria, depende de la intensidad, duración y frecuencia de la contracción.

Vigilancia de la contracción

De lo expuesto anteriormente se deduce que el estado vital del feto depende, en gran medida, de las características de las contrataciones. Se impone, pues, durante el parto una vigilancia de las contracciones y del efecto de dichas contracciones sobre los latidos fetales.

La cardiotocografía

En un principio, la vida del feto sólo se detectaba a través de los movimientos percibidos por la madre.

Con la aparición, en 1895, del estetoscopio de Pinard (fig. 4) se comenzaron a escuchar los latidos fetales. Y, muy pronto, el uso del estetoscopio de Pinard se convirtió en práctica de obligado cumplimiento en la asistencia al parto.

 

3-Estetoscopio_M

 

Fig. 4

En la década de los 60 del siglo pasado, en pleno auge de la asistencia hospitalaria, se produjo un hecho de excepcional transcendencia en la obstetricia moderna: la aparición del cardiotocógrafo, conocido habitualmente por el monitor.

Para justificar la segunda denominación conviene abrir un paréntesis para definir el concepto.

Según la Real Academia Española, MONITORIZAR es “observar mediante aparatos especiales el curso de uno o varios parámetros fisiológicos o de otra naturaleza para detectar posibles anomalías”.

En el tema que nos ocupa, el aparato especial es el cardiotocógrafo, y los parámetros a vigilar son:

a) La frecuencia cardiaca del feto.

b) Las contracciones uterinas.

El cardiotocógrafo

El cardiotocógrafo registra en dos gráficas (fig. 5), sincronizadas en el tiempo, el curso evolutivo de los latidos fetales y de las contracciones uterinas.

 

4-Grficas_copiar

 

Fig. 5

El cardiotocógrafo permite vigilar tres cuestiones básicas en el parto: la vida del feto, la dinámica uterina y la repercusión de la dinámica uterina sobre el estado vital del feto.

La aparición del cardiotocógrafo abrió un amplio horizonte en el logro del objetivo básico que siempre ha tenido -y sigue teniendo- la obstetricia: la disminución del índice de mortalidad perinatal.

Pero, pasado los años, el empleo sistemático de la monitorización no bajó, como se esperaba, la tasa de mortalidad perinatal.

Y, como contrapartida, produjo un considerable aumento del número de partos instrumentado y, sobre todo, de cesáreas.

Ante semejante panorama, se alzaron voces -procedentes, fundamentalmente, del naturalismo- en contra del uso indiscriminado de la monitorización en el parto.

Consideraciones

Ante lo expuesto anteriormente conviene realizar las siguientes consideraciones:

1ª. En la biomecánica del parto se originan fuerzas que afectan al estado vital del feto.

2ª. Para vigilar el estado vital del feto, y la fuerza que incide sobre el mismo, se ha creado la monitorización.

3ª. La monitorización es una técnica obstétrica ideal para vigilar dos parámetros básicos en el parto: la vida del feto y la contracción uterina.

4ª. El gran problema estriba en ser consecuente con las alteraciones reflejadas en la gráfica del monitor.

5ª. En la monitorización existe dos interrogantes de muy difícil solución: ¿Qué alteraciones -reflejadas en el monitor- puede soportar el feto sin necesidad de intervención? y ¿qué alteraciones precisan de una intervención urgente?

6ª. Ante la dificultad del problema, el tocólogo se suele inclinar por la intervención.

7ª. Son injustas las críticas que, desde el naturalismo, se hace de la monitorización, considerándola una fuente de intervencionismo, sin más.

8ª. La monitorización es un importante avance sobre el que la obstetricia tiene la difícil empresa de ajustar criterios, con el fin de disminuir las falsas alarmas y, consecuentemente, disminuir también el número de partos instrumentados o intervenidos.

Postura de la parturienta durante la monitorización

Durante la monitorización la parturienta se encuentra tendida en una cama sujeta a los cables del monitor.

La posición horizontal de la parturienta (enlace con "La postura de la parturienta") es un factor negativo en la biomecánica del parto. Se trata pues de una postura inductora a la intervención.

La solución es:

a) Dotar al monitor de telemetría (control remoto) con el fin de que durante la monitorización la parturienta pueda moverse libremente.

b) Aplicar la monitorización en posición de sentada, cuando no es posible disponer de telemetría.

 

 

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